Neverwhere (Ed 20º aniversario) by Neil Gaiman

Neverwhere (Ed 20º aniversario) by Neil Gaiman

autor:Neil Gaiman [Gaiman, Neil]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1996-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Richard y Puerta estaban sentados en el suelo de una sala del Museo Británico, contemplando la figura de un ángel labrado y pintado sobre la puerta de una catedral. La sala estaba a oscuras y desierta. La fiesta había terminado hacía horas. Afuera, el cielo empezaba a clarear. Richard se levantó y se inclinó para ayudar a Puerta.

—¿Monjes Negros de Blackfriars? —preguntó.

Puerta asintió.

Richard había cruzado el puente de Blackfriars, en la City de Londres, muchas veces, y pasaba a menudo por la estación de Blackfriars, pero estaba empezando a aprender que no había que dar nada por supuesto.

—¿El lugar o los monjes?

—Los monjes.

Richard se acercó al Ángelus. Acarició con el dedo la túnica pintada.

—¿Crees que puede hacerlo de verdad? ¿Devolverme mi vida?

—Por lo que yo sé es imposible. Pero no creo que nos haya mentido. Es un ángel.

Puerta abrió la mano y miró la figurita de la Bestia.

—Mi padre tenía una igual —dijo con tristeza y la guardó en uno de los bolsillos de su cazadora de cuero marrón.

—Bueno —dijo Richard—. No vamos a recuperar esa llave remoloneando por aquí, ¿no?

Atravesaron los desiertos pasillos del museo.

—¿Y qué sabes de esa llave? —preguntó Richard.

—Nada —respondió Puerta. Habían llegado a la entrada principal—. He oído hablar de los Monjes Negros, pero lo cierto es que nunca he tenido nada que ver con ellos.

Empujó una puerta de cristal cerrada a cal y canto y se abrió sin más.

—Un grupo de monjes… —dijo Richard, pensativo—. Seguro que si les decimos que es para un ángel, para uno de verdad, nos dan esa llave sagrada, y… y además nos regalan un abrelatas mágico y el asombroso sacacorchos que silba, de propina.

Se echó a reír. Se preguntó si seguiría bajo los efectos del vino.

—Se te ve animado —dijo Puerta.

Richard asintió con entusiasmo.

—Voy a volver a casa. Todo volverá a ser normal. Igual de aburrido. Igual de maravilloso.

Richard miró la escalinata de piedra de la entrada del Museo Británico, y decidió que estaba hecha para que Fred Astaire y Ginger Rogers la bajaran bailando. Y como no se los veía por allí, se puso a bailar bajando los escalones, haciendo lo que él suponía una asombrosa imitación de Fred Astaire, mientras tarareaba algo a medio camino entre Puttin’ on the Ritz y Top Hat, White Tie, and Tails.

—Ya-ta-ta-da-da-ta-ta-ya —cantaba, deslizando los pies escalera abajo para volver a subir a continuación.

Puerta se quedó en lo alto de la escalera, contemplándolo horrorizada. Luego le entró la risa y no se pudo contener. Richard la miró, se quitó su imaginario sombrero de copa de seda blanca e hizo como si lo lanzara al aire, para a continuación recogerlo y volver a ponérselo.

—Serás bobo —dijo Puerta, sonriendo. A modo de respuesta, Richard la cogió de la mano y continuó bailando escalones arriba y abajo. Puerta dudó un momento y luego se puso a bailar también. Bailaba mucho mejor que Richard. Al llegar al final de la escalera cayeron rodando uno en brazos del otro, agotados, sin resuello y muertos de risa.



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